Hoy, el país vive un año electoral en donde existen diferentes bisagras que marcan la lucha entre dos visiones muy diferentes en cuanto al manejo de su economía.
La primera es la que lleva a cabo el gobierno, potenciando el consumo y el crecimiento a base de inundar la plaza de pesos. Aquí hay un tema a estudiar: en gran parte de los casos, este consumo se produce debido a que el trabajador busca desprenderse de los pesos mediante compras en cuotas pensando que, de esa manera, le está ganando a la inflación. Las empresas de servicios y las grandes cadenas de electrodomésticos se cansan de publicar promociones en cuotas sin interés para que el grueso de las personas se embarque en dichas promociones.
Todas estas variables son autogeneradas, hacen que las personas consuman casi de manera compulsiva y desalientan el ahorro como base principal de una educación que teníamos hace unos años. Estas variables, llevan a la gente a vivir endeudada. Su lema: disfrute hoy, pague a los premios (hablando en forma criolla).
¿Están controlando la inflación o no pueden controlarla? ¿Quién es el responsable de lo que sucede?
Es la gran pregunta que se hace mucha gente. El gobierno “vive” a costa de la enorme recaudación, producto del consumo que se refleja en el IVA por el que pagamos una tasa bastante alta. Podemos afirmar que al gobierno hoy le sirve tener una inflación alta. Es un impuesto extorsivo para la sociedad que, por cuidar el valor de sus pesos, lo vuelca al consumo cubriéndose de la inflación.
Entonces me pregunto: ¿el gobierno quiere reducir la inflación o, mientras siga recaudando, le sirve mantenerla en estos niveles? O, la otra cara de la moneda, el gobierno nota que no puede controlarla y se enfrenta a los empresarios formadores de los precios. Podemos decir que, de esta manera, los empresarios se cubren de los aumentos salariales subiendo los precios de los productos o servicios que venden o producen (trasladan sus costos al consumidor final).
Es el gran dilema que sufre el ciudadano argentino que está en el medio del río sin saber para dónde correr o, peor aún, sufriendo día a día el flagelo de la inflación, haciendo malabares para sobrevivir.
Nadie le da respuesta al ciudadano que trabaja y ve que su dinero no alcanza para nada.
Me pregunto quién tiene la razón y cuál es la manera de estabilizar un país que cada tanto sufre grandes cimbronazos económicos, que ya está cansado de seguir a la deriva y vivir del cortoplacismo.
En el bando opositor pregonan algo diferente: enfriar un poco la economía; reducir el gasto público y los subsidios; buscar la manera de bajar la inflación; crecer menos pero sin desequilibrios. Si bien esto es totalmente diferente a lo que muestra el gobierno actual, los ciudadanos tendrán la palabra en el mes de octubre. Ellos decidirán si se reforzará el modelo actual o si se podrá buscar un cambio en donde todos podamos hacer proyecciones de negocios, donde nuestro dinero tenga el mismo valor o similar año tras año, buscando un país más previsible.
Hernán Brito
Asesor financiero bursátil
Director fundador de Think Business
Asesor financiero bursátil
Director fundador de Think Business
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