lunes, 18 de abril de 2011

Alimentos, biocombustibles y hambre en el mundo

El mundo vive tiempos difíciles y de enorme reflexión. Los gobiernos más poderosos del planeta no leen o no quieren tomar nota de los grandes cambios climáticos, del deterioro de nuestra tierra y del abuso de fuentes de energía en donde van de la mano alimentos, biocombustibles y hambre. 

Todo comienza con los grandes desastres climáticos que estamos viviendo. Esto, penosamente, trae como consecuencia la pérdida de vidas humanas haciendo que, quienes vivían en el lugar de la catástrofe, busquen zonas más seguras. 

La naturaleza nos castiga con grandes inundaciones, terremotos, sequías y tsunamis. Como consecuencia de estos acontecimientos, se pierden cosechas enteras y el precio de estos alimentos básicos aumenta en forma acelerada. Durante 2010, la suba de los productos agrícolas fue del 70% y ni hablar de las subas de este año. 

Todo empezó en Rusia, sequías e incendios de campos con temperaturas impensadas para dicha región. Cancela las exportaciones y, automáticamente, sube el precio de los agroalimentos. 

Inundaciones en Brasil y Australia, terremoto en Haití, la triple catástrofe de Japón. Japón comienza una carrera desenfrenada por buscar alternativas de energía atómica, se profundizan las inversiones en energías renovables siendo una de las más beneficiadas el biocumbustible. Hasta acá todo bien ya que lo que se busca es reemplazar una energía que nos afecta produciendo catástrofes que el hombre no puede controlar. 

¿Por qué combinamos alimentos, biocombustibles y hambre en el mundo? Todo tiene su relación directa. 

Primero: para producir biocombustibles se necesita maíz, azúcar, mandioca entre otros. ¿Qué sucede si estos productos son demandados para producir alimentos básicos y entonces se produce una lucha entre las empresas que buscan el mayor rédito en la utilización de este cereal? 

No cabe duda de que el biocombustible tendrá todo para ganar. Por ende, el alimento básico para los pobres del mundo quedará a un lado. Entonces, el precio de este cereal aumentará en forma indiscriminada y a la gente le costará cada vez más sobrevivir en un mundo que pelea por hacer más dinero a costa de los alimentos básicos y los pobres del mundo. 

Segundo: otro inconveniente es el factor climático que afecta cada vez más a las compañías agrícolas. 

Hace unos días, el banco mundial dijo: “los elevados y volátiles precios de los alimentos son la mayor amenaza para los pobres”. Esto contribuye a la inestabilidad social. 

Las previsiones iniciales del FAO se vieron modificadas en gran parte por la ampliación en Estados Unidos del uso del maíz para la producción del etanol (destina un 40% de su producción). 

Conclusión: se busca una energía limpia a costa de aumentar el hambre en el mundo por el uso de los cereales destinados a la producción de biocombustible. 

Lo ideal es encontrar el equilibrio entre lo que se pueda producir de biocombustible y la producción básica. La pregunta: ¿será una solución subsidiar esa porción volcada hacia los alimentos?

Hernán Brito
Asesor financiero bursátil
Director fundador de Think Business

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